Mensaje de la CONABIET y la CECOR en la Solemnidad de la Anunciación del Señor. Día Nacional de la Vida por Nacer

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24 de marzo de 2022
Por Mons Bartolomé Buigues | Conferencia Episcopal de Costa Rica / Últimas noticias.

➤➤ “Me dirigió Yahvé la palabra en estos términos: Antes de haberte formado Yo en el seno materno te conocía”. Isaías 1, 4-5a

Comisión Nacional de Bioética (CONABIET) y Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR).

Junto a la celebración de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo, conmemoramos hoy el Día Nacional de la vida por nacer. Estamos unidos, también, al Papa Francisco en la consagración del mundo entero, en particular de Ucrania y Rusia, al Inmaculado Corazón de María invocando la paz.

El Concilio Vaticano II nos dijo: «El Hijo de Dios, con su Encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre» (GS22). En efecto, en este acontecimiento salvífico se revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que «tanto amó al mundo que le dio a su Hijo único» (Jn 3, 16), sino también el valor incomparable de cada persona humana.

En la Iglesia, los creyentes en Cristo descubrimos con renovado asombro este valor de la vida y nos sentimos llamados a anunciar a los hombres de todos los tiempos este «Evangelio» de la vida, fuente de esperanza inquebrantable y de verdadera alegría para cada época de la historia. El evangelio del amor de Dios al hombre, el evangelio de la dignidad de la persona y el evangelio de la vida, son un único e indivisible Evangelio” (EV2).

Se debe reavivar en todos nosotros, por el mero hecho de ser personas, desde lo más profundo de nuestra conciencia, la imperiosa necesidad de reafirmar el absoluto reconocimiento de la vida y la dignidad humana. Toda persona abierta sinceramente a la verdad y al bien, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política. (Cfr E.V2).

El derecho a la vida, en todas sus formas, es el más importante que tenemos los seres humanos, pero, en ciertas decisiones, parece que no aplicara para los indefensos y más vulnerables como la vida por nacer. No podemos ignorar la evidencia científica que confirma la existencia de una vida desde el momento mismo de la concepción ni desconocer que la criatura en el seno materno es un ser humano en gestación, distinto al cuerpo de la madre, con su propio y único código genético. Es necesario transmitir esta maravillosa realidad biológica.

El aborto es un drama en todos los órdenes, personal, familiar, social y eclesial. Lo que necesitan las mujeres y las familias, es la aceptación y el apoyo de sus familias, un acompañamiento social que las proteja, políticas públicas que les garanticen una maternidad segura y saludable y que faciliten la adopción como una respuesta para las madres que no puedan atender a sus criaturas, además profesionales que valoren y defiendan la vida… y, por supuesto, la acogida de nuestra Iglesia y de todas las denominaciones religiosas, expresando un compromiso total a favor de la vida.

En estos días en que contemplamos, agobiados y desolados, la dolorosa situación en Ucrania, donde se violentan sistemáticamente los derechos humanos, se rompen todos los canales de diálogo y de soluciones diplomáticas, donde la arrogancia llega a violentar, destruir y matar, es dónde más tenemos que afirmar el valor absoluto de la vida humana, el derecho, que tenemos todos a una vida en paz y bienestar, que corresponda a nuestra dignidad de personas.

Nos preparamos para votar en la segunda ronda electoral participando como ciudadanos con responsabilidad y según nuestras convicciones personales. Hacemos un vehemente llamado desde ya a quien el voto democrático elija como presidente a poner como máxima prioridad a la persona, en su derecho más básico que es el derecho a vivir, en todo el arco de la vida, desde su concepción hasta la muerte natural.

Clamamos al Dios de la Vida para que avance en la humanidad la conciencia y la cultura de aprecio, respeto y promoción de la vida humana, particularmente de la no nacida.

Mons. Bartolomé Buigues Oller T.C. 
Presidente de CONABIET

P. Hernán Federico Chaves R.
Secretario ejecutivo CONABIET

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